Recupero una entrada publicada en mi web, www.cienciasocultas.info , con una
de las apariciones de la Virgen María, que con el paso del tiempo ha quedado en
el olvido, la Aparición de La Virgen en Ezquioga. En este Blog, quiero hacer un
pequeño homenaje a esos Visionarios que acabaron sus días en
el Psiquiátrico de Mondragón.
Las apariciones de la Virgen en Ezquioga tuvieron mucho eco en la época en
la que ocurrieron, aunque con posterioridad se ha tratado de cubrir un tupido
velo sobre ellas. Comenzaron el 30 de junio de 1931 cuando los hermanos
Bereciartua vieron por primera vez a la Virgen. La noticia corrió como la
pólvora y millares de personas comenzaron a acudir en peregrinación a la campa
donde se había aparecido la virgen. Las apariciones se multiplicaron, se dieron
las llamadas visiones místicas, proverbialmente estudiadas por la teología
mística, pero enseguida interpretadas como casos de histerismo, espasmos y
pérdidas de conocimiento propios de un ambiente de enorme fervor religioso.
Este esquema sería el mismo que ya fuera aplicado al caso de Fátima, si bien
entonces, y gracias al apoyo eclesiástico, no prosperó a pesar de la violenta
oposición gubernamental. En este caso, tras unas primeras semanas en las que
algunos sacerdotes dirigían los rezos, fueron obligados a retirarse, excepto en
algún caso no sometido a obediencia diocesana.
Los médicos del psiquiátrico de Santa Águeda verificaron las siguientes
posibilidades, conforme a la terminología de entonces: Obsesión, alucinación,
mitomanía, delirio, demencia, idiotismo, cretinismo, concluyendo normalidad, y
por tanto no necesidad de internamiento. Sin embargo, una vez acabada la guerra
civil, varios videntes pasarían a condena psiquiátrica de por vida, enviados
por el poder vencedor. Todos los sectores, tanto eclesiásticos como políticos,
antes y después de la guerra, es decir, sectores por completo enfrentados,
coincidieron sin embargo en la "inconveniencia" de Ezkioga.
Los visionarios tuvieron verdaderos raptos místicos, conforme a los criterios
teológicos, pero también serían objeto de manipulación, siendo deslumbrados
fácilmente, como aldeanos que eran, cuando los trasladaban a los ambientes de
la gran sociedad, que los tomaba como objeto de espectáculo y misticismo
trivial.
Las apariciones de Ezquioga fueron afrontadas por la autoridad eclesiástica con
inicial prevención en tanto se comprobaban las fuentes del fenómeno, y enseguida
esa actitud pasó a la de franca oposición oficial, como es habitual en estos
casos, el clero se mantuvo distante, o bien algunas de sus figuras utilizaron
todo el poder de su erudición, encabezados por el padre Laburu S.J., como de
los sectores republicanos de la sociedad de la época, siendo más activos en la
persecución los primeros que los segundos.
El hispanista católico irlandés Walter Starkie visitó Ezquioga cuando las
apariciones estaban su momento de máximo auge y dedicó un capítulo entero de su
libro Spanish Raggle-Taggle a los sucesos de Ezquioga. Después de analizar las
historias que le contaron y de ver los hechos que allí ocurrían, concluyó
bastante convencido que grupos derechistas y tradicionalistas estaban
utilizando los sucesos de Ezquioga como herramienta política en su lucha contra
la laica Segunda República Española, que se había proclamado dos meses antes de
iniciarse las apariciones. Algunos de los mensajes que supuestamente había dado
la Virgen a los videntes hablaban de una inminente guerra.
Las autoridades de la diócesis, con el obispo Mateo Múgica al frente,
fueron posicionándose progresivamente en contra de las apariciones llegando a
perseguirlas activamente y reclamando incluso la intervención del estado para
ello. El motivo aparente de dicha oposición fue que las autoridades
eclesiásticas constataron una falta de evidencia sobrenatural en las
apariciones. Otras causas más terrenales fueron que las autoridades
eclesiásticas temieron verse enredadas en algún tipo de conspiración política y
el rechazo que causaba entre los sectores nacionalistas vascos del clero la
orientación política de sesgo españolista que entendían estaba tomando el
movimiento de Ezquioga. En 1933 la Iglesia prohibió primero la construcción de
una basílica que se proyectaba en Ezquioga y declaró finalmente tras más de dos
años del inicio de las apariciones que están eran falsas. A partir de 1934,
debido al rechazo institucional de la Iglesia el movimiento surgido en torno a
Ezquioga fue languideciendo. Tanto la Iglesia como las autoridades republicanas
estaban interesadas en cortar el movimiento y Ezquioga se convirtió en un lugar
muy poco frecuentado y casi proscrito. Sin embargo, pequeños grupos de
creyentes han mantenido su fe en las apariciones hasta hoy en día. Algunos
católicos piensan que, a pesar de todo, las apariciones fueron auténticas.
Consideran importante el hecho de que estas apariciones se ajustan al esquema
histórico de las apariciones marianas, que suelen incluir advertencias previas
de grandes cataclismos y derramamientos de sangre, como ocurrió en este caso en
el que se anunció una guerra inminente en un plazo de 5 años que se cumpliría a
la letra Guerra Civil Española.
En 2001 Manuel Gutiérrez Aragón dirigió la película Visionarios basada en los
hechos de Ezquioga. Previamente había sido tema de una novela de igual título
de Pío Baroja.
Fuerteventura,
Mayo de 2017